Trabajo Independiente: ¿vocación o necesidad?

Hay gente que no ha nacido para trabajar en relación de dependencia. Muchos años de observar y experimentarlo en carne propia me han convencido de que debe ser algo que traemos escrito en el ADN con letras de fuego. Claro que, los que así nacieron, se clasifican a su vez en los que han nacido para NO trabajar, y los que  yo llamo del tipo TRABAJADOR INDEPENDIENTE NATO.
No es necesario tener conflictos con la autoridad (léase jefes), para pertenecer a esta clase. Creo que se trata más bien de una opción. ¿Seguridad o libre albedrío? ¿Comodidad o permiso para la creación? ¿Dejo que otro decida o corro los riesgos? ¿Dejo que otros se lleven los beneficios grandes o me juego todo para que sean míos? ¿Cumplo un horario y luego me desentiendo, o trabajo tiempo completo pero nadie me controla la  hora?
En esta época de terribles reestructuraciones en las empresas, muchos miembros del grupo EMPLEADO NATO se ven forzados a incorporarse al otro grupo. Algunos asimilan bien el cambio y otros sucumben mediante profundas depresiones y otros síntomas paralizantes.
Para algunos, la nueva condición constituye una liberación y creen estar en condiciones de encarar una actividad independiente con éxito. Pero se estrellan contra una realidad que es distinta de lo que ellos imaginaron desde la jaula. Incluyendo la propia realidad interna y también, a veces, la realidad del entorno familiar.
Ya sea usted un mecánico, un técnico (en electricidad o electrónica o computación), un experto (contable o en ventas o en seguros o en bienes raíces), un profesional, un docente, o cualquier otra cosa, el primer bagaje que debe poseer tiene que ver con su personalidad y con su forma de trabajar y de ver la vida.
En primer lugar, uno cree que nadie le controlará el horario de llegada o de salida, pero no es tan así. El cliente (ganado o en vías de conquista) esperará puntualidad y cumplimiento, lo cual implicará que muchas veces deberá usted seguir trabajando hasta cualquier hora para terminar un trabajo o una entrega y nadie le pagará horas extras por ello.
Tampoco la lluvia, o la gripe, o la fiebre del nene, o el paro de transportes podrán esgrimirse como justificación. A veces, el llamado de un cliente interrumpirá las cenas o los cumpleaños familiares, y habrá veces en que deberá abandonar el cine para llamar a un cliente difícil de ubicar en horarios normales.
Muchos domingos deberá emplearlos en preparar trabajos o estrategias o entregas, en vez de ir a ver fútbol o jugar al tenis en el club. En especial si usted contrata personal para ayudarlo y quiere que el jornal que le paga le rinda al máximo al día siguiente.
Con respecto al dinero, deberá aprender a administrarlo cuidadosamente. Como no es un ingreso seguro y regular, le convendrá actuar como si cada cantidad que recibe fuera la última. Antes que nada, deberá separar lo que corresponde a pagos pendientes (sean fijos o eventuales), luego lo que necesitará para adquirir materiales o equipamiento, y sólo cuando haya agotado la lista de compromisos podrá permitirse algún lujo, de esos que cuando era empleado eran habituales para usted y/o su familia. Y deberá ajustar su mente a que sus ingresos, por lo menos al principio, no serán tan jugosos como desearía.
Existe además algo muy importante y que constituye, para mí, la característica principal del trabajador independiente, que es la capacidad de desempeñar muchos roles distintos, simultánea o sucesivamente. Deberá interpretar el rol de patrón, obrero, Gerente de Ventas, peón de limpieza, diseñador, experto en Relaciones Públicas, cadete, publicista, repartidor, telefonista, además de madre (o padre o abuelo cuidando al nene mientras trabaja), más otros adicionales que se presenten. Y esto no siempre es fácil de realizar. Hay que tener ductilidad, imaginación, capacidad de improvisación, elasticidad, y mucha energía, sobre todo mental.
Otro requerimiento importante: estar abierto para aceptar cuanto procedimiento o conocimiento nuevo se produzca en su terreno. Y también a las sugerencias y necesidades de sus posibles o actuales clientes.
Si usted se analizó honradamente y descubrió que la mayoría de las condiciones las cubre (holgadamente o no) y las otras sería capaz de adquirirlas mediante un esfuerzo consciente y constante, usted tiene buenas perspectivas de no morir en el intento de llegar a buen puerto con su actividad.
La suerte suele ser decisiva en todos los casos y, en particular, en los emprendimientos de este tipo. Pero hay un elemento decisivo que la ayuda, y, a veces, modifica. Es el AMOR. El amor a lo que uno hace, a aquellos por quienes uno lo hace, a la libertad mantenida con esfuerzo, el AMOR A LA VIDA, en fin.  


Fuente: Internet . Anonimo.